8 Agosto 2016
Franklin Ormaza González, PhD
Desde el mes de abril, las temperaturas en la superficie del mar (SST) en la región 1-2 (Gráfico 1) comenzaron a caer de manera dramática. En apenas dos semanas la SST cayó alrededor de 2°C, derivando de una anomalía positiva de 1.5°C a una negativa de -0.5 °C; de ahí en adelante se ha registrado incremento y decrecimiento alrededor de 0.0 – 0.5 °C (Fig. 2), y a partir del mes de julio el decrecimiento ha sido continuo aunque no dramático, ubicándose en la última semana justo encima de O°C.
El comportamiento de las anomalías SST en Niño 3-4, que es el área de referencia, para declarar o no ya sea el Niño o La Niña, se han mantenido negativas desde mediados de mayo alrededor de -0.5 °C. El Índice oceanográfico ONI (mayo-julio), se encuentra en 0.2°C, que denota un estado neutro; si el promedio de tres meses consecutivos es menor a -0.5°C se podría decir que existe La Niña. Actualmente en las última semana ha ocurrido una suerte de calentamiento ya que el contenido de calor ha aumentado ligeramente.
La columna de agua del Pacifico ecuatorial (5N-5S) desde 120E a 80W (Fig. 3) presenta anomalías de hasta -2C, pero estaban en alrededor -3C hace unas pocas semanas atrás, es decir se ha detenido el decrecimiento de la temperatura, pero aún así, las anomalías muestran que toda la capa de agua (0-450 m) está absorbiendo calor de la superficie, lo que hará difícil la presencia de anomalías positivas superficiales al menos en meses.
Los vientos alisios del sur se han mantenido estables con una intensidad de 25-30 km/h en las aguas ecuatorianas, lo que debe, aparte de mantener la superficie relativamente fría, promover el afloramiento de las masas de agua ricas en nutrientes que traen las corrientes de Humboldt y Cromwell. La Zona de Convergencia Inter Tropical (ZCIT) se ha ubicado por encima de los 8N, de manera persistente, incluso a veces más al norte de 10N.
En las aguas costeras, Niño 1-2 (Fig. 1), aunque las anomalías en la superficie han estado alrededor de la temperatura típica e inclusive por encima del promedio, muy cerca de la costa y en el Golfo de Guayaquil (Fig. 4.), a partir de aproximadamente 81.5W a casi 90W, la superficie tiene un gran núcleo de agua fría que ha llegado a -3C (a finales de julio). Igual o similar caso ocurre al oeste de las islas Galápagos.
Las predicciones indican que las posibilidades de ocurrencia están entre 55 a 60 % (NOAA, 8 Agosto/16), >20 modelos apuntan a que las anomalías SST serán negativas alrededor de -0.5°C el resto del año, en el área Niño 3-4. En 1-2, sería similar (Fig. 5), es decir las anomalías superficiales estarían alrededor de -0.5°C. Visto lo anterior, las posibilidades de que ocurra un evento frío La Niña están alrededor de 50-60%, pero esta sería de características débiles-moderadas.
Impacto. Todas las pesquerías pelágicas y demersales, deberían ser beneficiadas por las condiciones que producen las condiciones atmosférica – oceanográficas, ya que estas producen suficiente aporte de nutrientes que traen las corrientes de Humboldt y Cromwell en la superficie, lo que promueve la fotosíntesis y por ende dispararía el aporte de alimento para los niveles tróficos superiores que conllevaría a un incremento de biomasa; es decir stocks pesqueros más nutridos. Por otro lado, ya que las variaciones de temperaturas no son drásticas, el gasto de energía para crecer y reproducirse de las especies pesqueras no será tan elevado, al tiempo que tampoco habrá una redistribución espacial de los peces, lo que mejora la disponibilidad para la pesca. Sin ánimos de hacer magia, el último trimestre debería ser bueno para las capturas. Al mismo tiempo, estas condiciones serán igualmente ventajosas para la acuicultura y agricultura.