Desde hace más de cinco años viene hablándose de una nueva ley de pesca; hemos visto pasar al menos una docena de versiones de todo tipo: radicales, progresistas, creativas y hasta las más intrascendentes. La que hoy se trata en la Asamblea es una fanesca en preparación, por la que habrá que esperar aún algunas semanas (o meses) para degustarla y calificarla.

El sector pesquero es muy diverso y heterogéneo, por lo que difícilmente la nueva ley contentará a todos. A lo que sí debemos aspirar es que esta lleve el marco jurídico pesquero al nivel de las obligaciones que emanan de los acuerdos internacionales y de los mercados más exigentes.

Como primer productor de camarón del mundo y segundo productor de atún, el Ecuador juega desde hace años en las ligas mayores, por lo que resulta inconcebible pues que sigamos haciéndolo en una cancha deteriorada y llena de huecos, no apta para campeones. Y el Ecuador es un campeón, un campeón en trabajo, pujanza, innovación, cumplimiento y seriedad de un sector privado incansable que ha luchado denodadamente en contra de toda clase de adversidades.

Hoy la presión que le mete al país la tarjeta amarilla de la Unión Europea pone a correr al Estado para hacer las tareas como siempre, en el último minuto, el último día, “al filo de la navaja”, haciendo el domingo a las 10 de la noche los deberes que hay que presentar el lunes, poniendo en riesgo no “un rojo a la libreta”, sino miles de millones en exportaciones y 200.000 plazas de trabajo.

Pero la tarea no termina con la ley, sino que empieza con esta; luego deberá venir el reglamento a la ley y lo más importante la reestructuración desde los cimientos de una Autoridad pesquera desgastada por los constantes vaivenes de ministerio en ministerio.

El maltrato que el sector ha sufrido de los gobiernos de turno debe terminar. Ya basta de ser tratado como un molestoso apéndice de cualquier ministerio. En algo en lo que todos los subsectores y gremios pesqueros hemos coincidido es que llegó la hora de terminar este largo peregrinaje y dejar establecido y escrito sobre piedra en la propia ley que el ente rector será el Ministerio de Pesca y Acuacultura. No hacerlo será seguir cayendo neciamente en los mismos errores del pasado, que nos han llevado al peligroso escenario que hoy vivimos.

A trabajar todos los sectores público y privado, arrimando el hombro para sacar una nueva ley y reconstruir a este noble sector desde sus cimientos.

 

Abg. Rafael Trujillo B.

DIRECTOR EJECUTIVO DE LA

CÁMARA NACIONAL DE PESQUERÍA