A principios de este año recogimos en este espacio nuestra gran preocupación por la próxima expiración (31 de diciembre de 2023) del Reglamento 2020/1706 de la Unión Europea (UE) que permite el ingreso de 35.000 toneladas anuales de lomos de atún precocidos sin aranceles, provenientes de terceros países que no tienen acuerdos comerciales con la UE ni son beneficiarios del Sistema Generalizado de Preferencias (SGP).
Al parecer surtieron sus efectos las intensas gestiones realizadas por las autoridades gubernamentales, esta Cámara y otros gremios nacionales y españoles, con las autoridades de la Comisión Europea, para que al menos no continúe el sostenido aumento de contingentes que desde 1997 se había mantenido y que tanto ha venido golpeando a la industria ecuatoriana, especialmente en los últimos años.
La caída de las exportaciones ecuatorianas en 2023 (hasta septiembre -7% en precio y -13% en peso) debido a factores como la disminución de la demanda, la baja competitividad y al aumento sostenido de la proveeduría asiática de materia prima al mercado europeo, se veía amenazada en agravarse por la presión de la industria europea, especialmente española, para continuar aumentando el contingente de manera sustancial.
Finalmente esto no pasó, las autoridades europeas, sensibles al pedido de nuestra industria y de la flota española, decidieron salomónicamente mantener el contingente en el mismo nivel de 35.000 toneladas anuales por un lapso de tres años, lo que nos da un respiro hasta finales del 2026.
El congelamiento del contingente, la reciente certificación MSC del atún barrilete, el inminente levantamiento de la tarjeta amarilla de la UE, sumado a la probable aprobación de la ley IDEA en el Congreso norteamericano, que exoneraría del pago de aranceles al atún ecuatoriano en conservas, nos permiten ver el 2024 con esperanza de días mejores para este golpeado sector.